Nuestra Mision
La misión de la Iglesia Presbiteriana El Redentor es exaltar
a Dios en todo—por medio de la edificación de los creyentes en
Cristo y la evangelización de la comunidad sin Cristo.
Somos una confraternidad cristiana dentro del pueblo universal de
Dios cuyo propósito es proclamar las Buenas Noticias del amor
de Dios en Jesucristo, celebrar ese amor en el Espíritu y
demostrar ese amor en nuestra comunidad latina. Nuestros valores
son los siguientes:
- Nos extendemos hacia arriba (Dios), nos extendemos hacia adentro
(iglesia) y nos extendemos hacia afuera (comunidad)
- Amar a Dios y al prójimo son nuestras prioridades.
- Nosotros nos apoyamos respetuosamente y nos perdonamos los unos
a los otros.
- Nosotros estamos gozosos de poder compartir y hacer una
diferencia espiritual y socialmente.
- Nosotros enfatizamos el Señorío único de Jesucristo como la
Palabra encarnada de Dios, el Señor de la creación, la Cabeza de la
Iglesia y el Salvador del mundo.
- Nosotros afirmamos la autoridad de las Sagradas Escrituras
como la Palabra escrita del Trino Dios, la única guía de la Iglesia
que es inspirada y confiable en asuntos de creencia y conducta.
- Nosotros proclamamos que podemos disfrutar de una relación santa,
saludable, sólida, amigable y victoriosa con Cristo. Creemos que el
pueblo de Dios es llamado a la santificación en todos los aspectos
de la vida, incluyendo la fidelidad en el pacto matrimonial entre un
hombre y una mujer, y la castidad para las personas solteras.
- Nosotros enseñamos que cada ser humano es especial para Dios—creado
con dignidad en la imagen del Creador. Prometemos “promover la paz,
la unidad y la pureza de la Iglesia.”
- Nosotros creemos en el ministerio de mujeres y hombres y en el
compromiso de compartir el Evangelio del amor de Dios en Cristo a
todas las personas por medio de los dones del Espíritu Santo y a
través de la evangelización, el desarrollo de nuevas iglesias, el
alcance comunitario social y las misiones mundiales.
De manera general, nuestro objetivo universal es cumplir con el
Gran Mandamiento (Mateo 22:36-40) y la Gran Comisión (Mateo
28:18-20).
De manera clásica, nuestro objetivo bíblico es demostrar ser el
pueblo del Reino de Dios (basilea)—un pueblo que
P.E.S.C.A.—que Proclama
(kerygma); Enseña (didache);
Sirve, aconseja y lucha
proféticamente por la justicia y paz (diaconia);
Comparte y confraterniza (koinonia);
y Adora, ama, ora (leiturgia),
según Hechos 2:38-47.
De manera presbiteriana (Libro de Orden, G-1.0200), “los
Grandes Fines de la Iglesia son
- la proclamación del evangelio para la salvación de la humanidad
- el amparo, la educación y la confraternidad espiritual de las
criaturas de Dios
- el mantenimiento de la adoración divina
- la preservación de la verdad
- la promoción de la justicia social
- la manifestación del Reino de los cielos al mundo.”
De manera confesional (Libro de Confesiones, La Confesión
Escocesa, 3.18), las tres señales o marcas de la Iglesia fiel y
verdadera son
- “la verdadera predicación de la Palabra de Dios”
- “la administración correcta de los sacramentos de Cristo Jesús”
- “la disciplina eclesiástica...con la cual se reprime el vicio y
se nutre la virtud.”
De manera resumida, nuestro objetivo particular es la exaltación
del Dios único y trino—Padre, Hijo y Espíritu Santo (1 Pedro 4:11).
Esto se logra de dos maneras fundamentales: la edificación de
los creyentes en Cristo (Efesios 4:11-16) y la evangelización
de la comunidad sin Cristo (Romanos 10:8-17).
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